LOS PREDICADORES...
Juan José
Bocaranda E
“En el mundo hay
más “sembradores” que frutos”
(Arbonio III).
HAY QUE COMPARTIR
Un predicador
vociferaba en la plaza atestada de gente hambrienta:
-Compartir
es la condición para salvar el
alma. Si no compartimos, iremos al
infierno.
Un pobre muy pobre
pensó: aunque el hambre me está
devorando, sólo debo mirar hacia
el Cielo. Pero, ¿qué puedo compartir para salvarme si sólo tengo perro y sarna?
Compartiría mi perro, pero es poco para
tantos. Sumaré mi sarna con la del perro
y habrá más que suficiente. Y salió con el perro a compartir. Pero, como la
gente es egoísta, encontró que nadie aceptaba una parte sino toda la sarna, y él no podría complacerlos,
por lo que tuvo que regresar, resignado, a su lugar en la plaza, a convivir con
la pobreza, con el perro y con la sarna. Le ofreció al predicador un poco de
ésta, y el predicador le dijo: no, que tengo mucha. Mejor dame tu perro, para
que salves tu alma. Y el pobre muy pobre
se desprendió del perro y continuó con la sarna.
Otro más pobre
aun, pensó: no tengo ni medio perro y aunque me abunda la hipersarna, más
dominante es mi miseria. Compartiré con gusto mi miseria y me quedaré con toda
la sarna. Y se fue a entregar a cada quien una parte de su miseria. Pero,
como la gente es muy egoísta, le decía: no quiero un
porcentaje de tu miseria, la quiero toda o nada. El muy pobre, entonces, decía:
pero si entrego toda mi miseria y no tengo ni medio perro, ¿qué me queda?
Regresó a su lugar en la plaza, mas,
empeñado en salvar el alma,
propuso al predicador recibiera una parte de su miseria. El predicador
no le respondió, pero en su fuero
interno ya tenía una decisión: compartiría por su parte la palabra de Dios, que era mucha y le
resultaba más barata...
TODO ES...¿APARIENCIA?
Un predicador
insistía en la doctrina de las apariencias: el hombre, en la medida en que
tiene consciencia de que todo en este mundo es ilusorio, realizará los
desapegos en busca del Mundo de la Realidad. Pero, un día amaneció aquejado por
gravísimos dolores. El médico le dijo:
-Recuerde que,
como Ud. tanto predica, el dolor no
existe, puesto que es sólo apariencia, pura ilusión.
Él respondió:
-Sin embargo
siento en la imaginaria rabadilla una apariencia de tizón que me quema como
todo un ilusorio cacho de los diablos.
TAMBIÉN EL FUTURO MUERDE
Una predicadora
de la nueva era que se soltaba en largas elucubraciones sobre el “vivir sólo el
presente”, solía terminar sus exposiciones por televisión con las palabras “Ya
lo sabes: no desperdicies las energías pensando en el mañana”. Pero,
al llegar a casa encontró una llamada de la Administradora porque estaba
retrasada en el pago del alquiler; del Colegio, porque debía dos mensualidades;
de la Concesionaria porque tenía acumuladas tres cuotas por la compra del
automóvil.
Se fue a su habitación, se recostó en la cama
y se dijo con toda firmeza: no desperdiciaré mis energías pensando en esas
bagatelas. Debo vivir plenamente mi presente. Pero en ningún momento la
realidad de aquellas deudas y sus problemas la abandonaron. Por el contrario,
se le acumularon en el subconsciente…: el futuro fue, entonces, su presente…
“El problema no está en creer o no creer. El
problema es caer en el dogmatismo, en la
superstición y en el fanatismo, que arrastran a la estupidez”- me dijo
Simplicio...
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