LA RESPONSABILIDAD EN
PROPORNER UNA CONSTITUCIÓN MORAL
Juan José Bocaranda E
Al noble pueblo de México, que clama
por un sistema de gobierno recto
y correcto, que haga funcionar
las instituciones conforme al deber ser,
realidad que sólo puede ser
garantizada
por la Ley Moral.
Proponer una Constitución
puede hacerlo cualquiera. Proponer una Constitución Moral sólo puede hacerlo
quien se entrega con alma sincera a la verdad. Y la verdad, cuando se trata de
la realidad político-social de un país, radica en el propósito íntimo y sincero
de encaminar todas las actuaciones del Estado y de los funcionarios, a la
realización del bien y sólo del bien, en todo momento y circunstancia. Lo demás
es hipocresía, falsedad, engaño, demagogia.
No basta proponer una Constitución Moral. Más aun: luce inmoral hacerlo
con fines meramente electorales, como “gancho engañoso”.
Una Constitución no es un reglamento deportivo ni una información
parroquial. Es un programa trascendental de vida para un pueblo, para un país,
y para el futuro y el destino de todos. Por ello debe verterse sobre su
propuesta un inmenso sentido de responsabilidad moral, que implica una reflexión seria respecto a un
ente de alcances jurídicos fundamentales.
Si toda Constitución
política o jurídica requiere, debido a
su importancia, de una estructura de pensamiento coherente, es decir, de una
filosofía constitucional, tal exigencia sube de grado cuando se trata de una
Constitución Moral que por causa de su preeminencia axiológica, debe conducir y
orientar la Constitución Jurídica o
Política. De ahí que deba realizarse un
estudio detenido de los motivos de la animan, de la estructura posible, de sus
relaciones con la Constitución Política o Jurídica, y de los medios que deben ser utilizados en
función definitiva de su razón fundamental de ser, que radica en la realización
del bien individual y común, y únicamente del bien
Justamente la falta de consciencia respecto a estas condiciones ha
ocasionado el rechazo de muchos mexicanos que
ven en la propuesta de una Constitución Moral una amenaza a su libertad
de arbitrio. La forma descuidada, de
evidente irresponsabilidad, como se ha
lanzado la proposición, les lleva a inferir
que se trata del potro de tortura de una nueva inquisición, en un “Estado
Teológico y Confesional”. Un cepo que hará de México una especie de cárcel monacal donde todos los
ciudadanos deberán sujetarse a una disciplina de hierro, en un mar de asfixia
espiritual y moral.
¡No! Quienes así opinen y teman no tienen consciencia de que una verdadera Constitución Moral no
obliga a los ciudadanos sino a los
funcionarios: tiene por objeto enrumbar a los integrantes del ESTADO DE CARNE Y HUESO, que son los funcionarios, para que se ajusten a la línea
del Bien, conforme al Principio Superior de Perfección del Orden Moral,
que les impone realizar el bien y
únicamente el bien en todas sus actuaciones y en todo momento y circunstancia.
¿Es esto perjudicial para los
ciudadanos, para el pueblo, o, por el
contrario, es algo bueno, conveniente y necesario en un país cuya inmensa mayoría son personas de buena voluntad que claman por un
sistema justo, recto y correcto? ¿No desean los ciudadanos honestos la
presencia de un funcionario serio, firme, moralmente responsable, que no se
ampare en el pretexto del libre albedrío frente al cumplimiento de la ley? ¿Lo
que se desea es que “las cosas cambien pero todo siga igual? Pero, ¿qué puede garantizar
una mera Constitución Jurídica, con un Derecho manipulable e
inseguro en manos de políticos sin escrúpulos?¿O puede garantizarlo una”
Constitución Moral” apresurada, efímera como toda campaña electoral?
Cuando hablo de una Constitución Moral tengo en mente un instrumento
cuyo fin fundamental radica en disciplinar en eficacia al funcionario, para que
se ajuste cabalmente a la ley. También tengo en mente, como punto de partida
necesario, indispensable, la presencia del Principio Ético, que es la presencia
de la Ley Moral en el sistema legal: ley por su signo de obligatoriedad jurídica;
moral por su exigencia de principios morales y valores éticos.
Sólo bajo esta condición fundamental puede funcionar una Constitución
Moral, cuya alma es la Ley Moral y cuya expresió externa es el Principio Ético,
conjugado al Principio Jurídico.
El Principio Ético es eminentemente garantizador: asegura el
cumplimiento de la Constitución Jurídica o Política y asegura el comportamiento
recto de los funcionarios.
Pero, ¿por qué el Principio Ético es garantizador? Lo es por las razones
siguientes: el Principio Ético
1.
es endojurídico: está dentro, no fuera, del sistema jurídico. Por lo tanto, es norma
jurídica, de cumplimiento obligatorio.
2.
posee doble fuerza: moral y jurídica. No pierde su
naturaleza moral y al mismo tiempo es jurídicamente obligarorio.
3.
es bifactorial: implica la coexistencia de dos
factores: Principio Ético+ Principio Jurídico.
4.
es ubicuo, pues está implícito en todos y cada uno de
los artículos de la Constitución Jurídica o Política y en todos y cada uno de
los artículos de las demás normas, desde las legales hasta las reglamentarias,
así como en las resoluciones ministeriales, en las ordenanzas municipales, en
todo acto administrativo y en toda decisión judicial.
5.
es plenamente perspicaz: nada escapa a su poder de
vigilancia y de control.
Otros atributos del
Principio Ético: es autónomo, intangible, sancionador, intangible,
insobornable, inexorable, exigente, aleccionador.
Cabe destacar que el Principio Ético es el eje de la espiral ética del
Estado Ético de Derecho. Es el ojo del tornado moral del Estado ( si es que los
tornados tienen “ojo” como el huracán)...
Si un funcionario viola el Principio Ético y éste y el de más allá. No
importa. Porque está presente la acción vigilante de cada ciudadano...hasta que
se cumpla la Justicia Moral.
Sí. Los que tienen que preocuparse ante estas exigencias, son los
funcionarios. No los ciudadanos, a quienes corresponde vigilar, actuar,
denunciar y hacer que se cumpla la ley.
¿Lo que se quiere no es una ley eficaz y un funcionario eficiente en un
Estado efectivo?
¿Sí? ¡Pues impúlsese una Constitución Moral VERDADERA...